Un horario más adecuado desde un punto de vista pedagógico puede mejorar la calidad de la enseñanza. Ciertamente, un buen horario podrá incrementar el rendimiento de los alumnos, conseguir un mayor aprovechamiento de las aulas, y en todo caso aumentar la satisfacción del profesorado desarrollando su trabajo. Sin embargo, los criterios que se utilicen para elaborar los horarios no siempre son evidentes y, ni mucho menos, estos se podrán aplicar por encima de las necesidades organizativas que existan en cada centro.
En los centros educativos habitualmente se intentan establecer unos u otros criterios para elaborar los horarios, adoptando normas que sirvan para alcanzar determinados objetivos. Pero en la práctica estas normas se aplicarán solamente dentro de lo posible. Es decir, se procuran observar a la vez que racionalmente se compaginan con las necesidades organizativas. Por ejemplo, una consideración pedagógica podría ser que la educación física se imparta a la última hora de la mañana, pero si solo hay un profesor para esta asignatura evidentemente esto no será posible. Evitar que todas las sesiones semanales de una misma asignatura coincidan a las primeras o las últimas horas o después del recreo, también se verán condicionadas por la disponibilidad del profesorado.
Otros criterios no colisionan de forma tan clara con limitaciones organizativas, pero sin duda, se verán condicionados. Las directrices pedagógicas atribuibles al horario del profesorado como equilibrar su carga lectiva o evitar demasiadas sesiones lectivas seguidas, puede chocar con el criterio de procurar un horario lo más compacto posible. Es decir, los criterios atribuibles al horario del profesorado no solo se deberán balancear entre sí, sino que deberán hacerlo también con el resto de las preferencias y dentro de las limitaciones organizativas que existan. Igualmente, debe tenerse en cuenta que un uso idóneo de las aulas desde el punto de vista pedagógico, se deberá acomodar a su disponibilidad real.
Es necesaria una reflexión para discernir qué criterios se aplican en cada centro de enseñanza y con qué prioridad. Pero una vez que se sabe lo que se busca y en qué medida, lo realmente significativo es encontrarlo en la práctica. Es decir, encontrar soluciones que satisfagan un compromiso óptimo; aquellas que cumpliendo los requisitos académicos y organizativos observen en todo lo posible las pautas y las preferencias establecidas. Entonces, la cuestión realmente es: ¿Existe una herramienta que permita modelar el peso de determinados criterios con el fin de que se ajusten de forma flexible y óptima a la organización académica?
La respuesta es sí, existe una herramienta ideada con este fin y muy eficaz en su utilidad práctica. Con el generador de horarios para centros de enseñanza no solo es posible modelar distintos criterios otorgándoles un peso, sino que también se pueden ajustar las distintas preferencias de forma particular sobre los elementos que conforman el horario. Los mejores resultados se conseguirán aportando flexibilidad a las condiciones de orden estricto. Las soluciones que ofrece el motor de horarios son óptimas. Podemos afirmar que GHC no solo ofrece con gran eficacia las necesarias soluciones académicas y organizativas, sino que además estas observarán en lo posible las pautas y preferencias establecidas en cada centro de enseñanza.